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Historia de las medias (III)

Los cincos años siguientes a la Primera Guerra Mundial van a marcar la ruptura definitiva con el pensamiento y el estilo de vida del siglo XIX, dando paso a la modernidad. Son años de una rápida transición en los que se harán notorios los cambios y las nuevas necesidades de la sociedad. Fueron tantas las privaciones a las que se vio sometida la población gracias al conflicto armado, que el deseo por la libertad y las ganas de vivir están latentes en la nueva sociedad que se está regenerando.

Las mujeres no son ajenas a ese deseo de cambio, y como consecuencia, el prototipo de mujer recatada, resignada, decorativa y dedicada a las labores del hogar va a desaparecer por completo. Con ello, el vestido femenino va a adaptarse a la nueva mujer del siglo XX.

Ilustración chica con medias de Rafael Penagos.

Los años veinte 

El cambio de pensamiento que acompañó a la década siguiente a la Primera Guerra Mundial, la convirtió en una época feliz. Europa, que se está reconstruyendo, es influida por primera vez en la historia por los Estados Unidos, que vive un período de prosperidad y auge económico. Ante las necesidades y los vacíos en el mercado que la guerra causó, la producción en serie de bienes materiales se intensifica, con la finalidad de poder alcanzar al mercado europeo. Especialmente en el sector de la moda y de la vestimenta, se empiezan a crear grandes cadenas comerciales de ropa, la difusión de revistas de moda va a aumentar y se hará mayor énfasis en la publicidad debido a los nuevos medios de comunicación como el cine y la radio.

Pero la influencia del Nuevo Mundo no solo se limita a la vestimenta. Las mujeres de la sociedad americana ahora salen a trabajar, tanto en fábricas como en oficinas, y consiguen la tan anhelada liberación económica, ejemplo que seguirán las mujeres europeas.

Para las labores que ahora ocupa fuera del hogar, la mujer moderna va a tener un nuevo traje: un vestido de tubo o camisa con la mínima complicación de un agujero en el cuello y dos en los brazos. El largo llega hasta la rodilla y por fin permite mostrar las piernas. Además, ahora está permitido maquillarse con total libertad, y este nuevo cambio introduce la utilización del bolso, que servirá para guardar todos los instrumentos de maquillaje. El cabello se utiliza teñido y corto en la nuca, a la garçonne, y la delgadez es el ideal de la belleza. También se hacen visitas al dentista para ortodoncias, y se depilan las piernas, cejas y los brazos.

Esta nueva mujer quiere andar cómoda y ligera, porque debe adaptarse a una rutina movida y fuera del hogar. Por eso, ama lo simple y va a ir suprimiendo la ropa interior, mientras que se acortan las faldas hasta la rodilla.

Con este acortamiento, las piernas ocupan una parte importante en el cuidado de la apariencia. Para 1925, el color carne en las medias se consolida como el de mayor preferencia, y se convertirá en un clásico hasta la actualidad. Los colores también van a depender de los momentos del día: para la mañana se llevan de lana, lisas, con calados y a cuadros, y por la noche, de tonalidades metálicas en combinación con los zapatos de lamé. Esta época se convierte en un verdadero frenesí por las medias, y las mujeres van a querer conseguirlas cada vez en mayores cantidades y más finas. Inicialmente, las medias se confeccionaban de 100 deniers y, aun así, eran susceptibles a romperse.

Para evitar estos accidentes, las fábricas empiezan a diseñar su confección en base a resistencia y durabilidad, y se elaboran puntos de refuerzo en las áreas de mayor uso: en la parte superior que va sujeta por el liguero, los talones, las punteras y en las costuras. Todo esto, cuidando la estética del producto final.

Pero esta época feliz de faldas cortas y mujeres desenfadadas llega a su fin con la crisis de 1929 del Wall Street, y como una especie de presagio de lo que vendrá en los siguientes años, costureros como Chanel o Vionnet intentan alargar las faldas con nuevos diseños que buscan darle un aspecto romántico a las mujeres, lo que supone un retroceso en el descubrimiento de las piernas femeninas. Aún así, las medias no dejarán de ser parte de la vestimenta.

Mujer «flapper» de la década de los veinte utilizando medias con liguero.

Los años treinta

A diferencia de la década anterior, los años treinta llegan en medio de un ambiente de incertidumbre sobre lo que habrá de venir. La crisis económica que se desencadenó es apenas unos de los más leves sucesos que se vivirán en esta década, que tristemente terminará con una guerra mundial aún más destructiva que la anterior. Europa entera sufre las agitaciones políticas, sociales y económicas que harán estallar el futuro conflicto, y que ya han empezado a deteriorar la calidad de vida de la población.

Estados Unidos en cambio, se recupera del crack del 29 gracias al plan que puso en marcha el presidente Roosevelt para sacar a flote la economía. Este será uno de los pasos decisivos que llevará a la nación a convertirse en la nueva potencia mundial, quitándole el liderazgo a los ingleses.

Aunque el Nuevo Mundo sigue ejerciendo influencia sobre Europa, París continúa siendo el centro de la moda femenina, con las grandes casas de moda y los grandes costureros difundiendo sus diseños desde la capital francesa. La visión que tienen de la mujer de los años treinta es totalmente opuesta al prototipo libre e independiente de la década anterior. Las faldas se alargan nuevamente hasta la mitad de la pantorrilla, la cintura vuelve a marcarse y el cabello se lleva largo. Dos palabras definen a esta nueva mujer: naturalidad y fascinación.

El cine, profundamente influenciado por los diseños de Chanel, Vionnet o Patou, representa al prototipo femenino a través de artistas como Marlene Dietrich, que hace famosa la imagen de la mujer “vamp”, seductora y vestida de lo que se conocerá como traje de noche, utilizando medias y liguero. Así, se impone la moda de que las mujeres deben ser correctas amas de casa o secretarias en el día, y durante la noche, unas románticas y apasionadas vamps.

Este traje de noche revoluciona el mundo de la ropa interior. Aunque es largo, se hace lo suficientemente ceñido para moldear e insinuar las piernas. Las telas que se utilizan son lamés, muselinas o gasas, ya que la imagen que se quiere dar es de una mujer romántica y sensual, pero con un punto de refinamiento.

Las medias quedarán en parte ocultas por el largo del traje, pero esto no detiene el crecimiento de la industria de las medias. Las exigencias en cuanto a su producción y confección se hacen cada vez más altas: el rayón se difunde masivamente para el día, mientras que la seda queda reservada para la noche. Se definen las cuatro principales tallas, y se perfeccionan los menguados y los refuerzos para que las medias no se arruguen. El color clásico sigue siendo el carne, al que se le suman los grises y los marrones para combinar con los zapatos.

Pero sin duda alguna, el aporte más importante de esta época en la historia de las medias fue la invención del nylon, en 1937, por Wallace Hume Carothers. Las primeras medias elaboradas en este material se confeccionan para finales de 1939, en la fábrica Du Pont De Nemours and Company Inc., en Seaford, Delaware.

Este nuevo material da como resultado unas medias de 60 deniers, elásticas, de gran duración y comodidad, que son bien aceptadas por el público y que no tardaron en venderse de manera masiva. Sin embargo, este descubrimiento no se hace conocido en Europa porque un conflicto armado de proporciones incalculables ya había estallado.

Marlene Dietrich en la película Marruecos.

Los años cuarenta

En los primeros cinco años de la década de los cuarenta, Europa vivió una pesadilla que ha sido, hasta el día de hoy, la peor de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial. La sociedad tuvo que renunciar al lujo y a las comodidades como consecuencia de la escasez, y la moda pasó a convertirse en un asunto secundario. La ropa que se confecciona en este período responde a las necesidades de la realidad que se vive, por lo que los trajes de las mujeres se “militarizan” con formas de hombros más cuadradas y faldas más cortas hasta la rodilla, quizás por la escasez de telas.

Quedando nuevamente las piernas al descubierto, las medias se convierten en un bien preciado que resultará muy difícil de conseguir.

La industria de la moda en Europa, en todas sus expresiones, ha sido afectada por la falta de materia prima, incluida la industria de las medias. En Francia, quien quisiera conseguir un par solo podía hacerlo a través del mercado negro, y en España, como en la mayor parte del continente, no se consiguen ya de ningún tipo. Para no dejar las piernas al desnudo, y a falta de más tela para alargar las faldas, las mujeres tricotan calcetines cortos para el invierno, o hacen medias de ganchillo. Pero para el verano, la necesidad obliga a las mujeres a llevar por primera vez en la historia, las piernas al total descubierto.

Si bien algunas décadas más adelante, las mujeres van a exhibir sus piernas al desnudo y sin ningún tipo de remordimiento, este fue un cambio muy abrupto para las mujeres de esta época, que para nada buscaban llamar la atención o provocar una revolución del género femenino, mucho menos en medio del conflicto en que se vivía. Aunque la sociedad del momento no se atrevió a condenar este hecho, las mujeres que sentían vergüenza por mostrar sus piernas, buscaron de hacer el asunto menos notorio a través de bronceados que disimularan el aspecto natural de las piernas. Finalmente, como una solución aún más creativa, se hacen de un nuevo truco: pintar una raya fina marrón en la pierna simulando una costura, al mismo tiempo que las maquillaban para que lucieran como medias reales.

En Estados Unidos, el nylon había hecho verdadero furor por las medias elásticas y resistentes que se fabricaban con él, pero el ataque de Pearl Harbour en 1941, entre otras consecuencias, hizo que Du Pont dejara de producir medias para enfocarse en fabricar paracaídas, cuerdas y enseres militares.

Afortunadamente, al término del conflicto, los países europeos empiezan a reconstruirse. Con el mundo esforzándose por salir de la escasez, el desarrollo del nylon se intensifica a nivel global. En Europa y Estados Unidos se fabrican todo tipo de fibras artificiales para las nuevas prendas de ropa interior: las fajas, las medias, el sostén, las ligas y el liguero. En los últimos cinco años de la década de los cuarenta, París se recupera como líder mundial en la moda y la casa Dior trae de vuelta la coquetería y el lujo en la ropa femenina. Se ampliaron las faldas y las alargaron, para crear diseños lujosos y elegantes que luego caracterizaran a los años cincuenta.

Mujer pintando la raya posterior de una media en las piernas.

Los años cincuenta

La década de los cincuenta inicia con la aparición pública del nylon a nivel mundial. Por esta época el mundo tiene dos concepciones diferentes de belleza: la de Estados Unidos, con el prototipo de mujer femenina-deportiva-americana, de aire desenvuelto usando vaqueros y bailando Rock and Roll, y muy bien representada por artistas como Marilyn Monroe, Jane Rusell o Jayne Mansfield, y la concepción de Europa, que buscaba contrarrestar esta visión tan ligera y corriente con un prototipo mujer-mujer, más sensual, femenina y refinada, de cintura de avispa y piernas sinuosas, como lo eran Sophia Loren y Gina Lollobrigida.

En cualquiera de los dos prototipos, el foco de atención eran el escote, la cintura y las piernas. Esta y otras razones más van a convertir a los años cincuenta en la gran década de las medias. Las fábricas se dedican a perfeccionarlas en cuanto a confección y acabados, y se descubre un nuevo tipo de hilo de nylon extensible, llamado Helanca, con el que se fabricarán medias y calcetines y que será el antecesor del leotardo.

Sophia Loren en la película Ayer, hoy y mañana.

La Casa Dior desarrolla por primera vez medias finas de 15 y 20 deniers, y Balenciaga introduce innovaciones como las de las medias de dibujos finos y leves. Por su parte, los americanos se esfuerzan por mejorar los refuerzos, las punteras, el talón y los acabados. También empiezan a confeccionar medias que sirvan para el verano, sin puntera, y que van a tener colores especiales. Para evitar las carreras en estas medias más finas, se hacen dobles refuerzos en la parte superior.

La máxima exigencia que se tiene ahora con las medias es que sean lo más parecidas al color natural de la piel, por eso, para crear un efecto más real, Givenchy lanza por primera vez al mercado las medias sin costura, y a partir de este momento todos los demás fabricantes van a poner en marcha la producción de un modelo que no tardará en reemplazar a las antiguas medias con costura.

Para mediados de los cincuenta, el nylon es el único material con el que se confeccionan medias, pues ya no se producen ni en algodón, ni en seda, ni en rayón ni en hilo. La preocupación de que el modelo sin costura se rompa rápido, lleva a que los fabricantes vendan empaques de a tres. Pero la calidad y el desarrollo tecnológico es tal, que las medias no solamente van a ser duraderas sino de rápida producción, lo que hará que el abaratamiento sea definitivo.

Marilyn Monroe fotografiada por Milton Greene,1956.

Los años sesenta

Los cambios tan radicales en la moda que trajo la década de los sesenta vienen de la mano de una generación de jóvenes que se convertirán en los protagonistas de la escena pública y que buscan cambiar al mundo a través de protestas pacíficas en las que divulgan sus ideales de paz, libertad y alegría. Con esta década se pone punto final a los traumas y recuerdos de la pasada guerra mundial, y con ello, las masas se moverán en la búsqueda de una felicidad utópica, como siempre, imposible de alcanzar, que irá acompañada de una revolución en la música, el consumismo, el arte, la política, y en casi todas las demás áreas de la vida.

Todo el mercado se enfoca ahora en satisfacer las necesidades de los jóvenes, porque esta década va a ser precisamente la que más importancia le dará a lo juvenil. Las producciones en serie se encargan de fabricar discos, posters y vestidos, y el rechazo por los colores aburridos y las formas clásicas del pasado va a provocar que esta generación se vista de colores vivos y se dejen crecer melenas.

Un fenómeno importante en la moda tiene su aparición en esta época: en 1964, nace en Londres la minifalda.

Mary Quant fue la costurera inglesa encargada de comercializar la minifalda, y rápidamente todas las jovencitas de Londres van a vestir esta nueva prenda, que no tardará en hacer furor en todas partes del mundo. La Alta Costura de París rechazó en un primer momento la idea de la falda corta, pero las francesas, al igual que las nórdicas y las alemanas, se lanzan a utilizarlas indiscriminadamente. Igualmente las jóvenes americanas, que aunque estaban más enfocadas en la moda hippie, irán adoptando poco a poco el uso de la mini.

Esta nueva prenda, y la pierna cada vez más expuesta, favorece el desarrollo de la industria de las medias, que ya había avanzado considerablemente en la década anterior. Para 1960, ya no se fabricaban medias con costuras puesto que las sin costuras las habían reemplazado por completo. Las clásicas medias en color carne tienen en esta época una importante competencia en el diseño innovador que los franceses van a lanzar al mercado: medias con dibujos y calados enteros, de colores vivos y alegres. La tradición de las medias lisas queda ahora relegada a un segundo plano gracias a las nuevas y coloridas medias que se fabricarán con el hilo de Helanca.

La moda de las minifaldas no tardó en ser adoptada también por las mujeres adultas, y personalidades como la Reina de Inglaterra, Grace Kelly o Jacqueline Kennedy hicieron apariciones públicas con ellas. El extendido uso de esta prenda puso en evidencia un problema de estética al que había que encontrarle solución: la parte superior de las medias, la liga y el liguero, no podían quedar a la vista, pero era difícil mantenerlas ocultas al sentarse.

Así es como nace el panty, una prenda completa que subirá hasta la cintura y que ya no necesita de ligas ni liguero para sujetarse. Los primeros son fabricados en Francia en 1964, pero es en 1968, cuando la minifalda alcanza su punto más corto, que los pantys tienen un verdadero boom. La utilización de esta nueva prenda hace que las mujeres dejen de utilizar fajas, para llevar solamente pantys y bragas. Las chicas jóvenes, sobre todo, no tardan en adoptar el uso del panty, para cualquier ocasión y hora del día.

La supermodelo Twiggy en vestido corto y medias caladas.

Los años setenta

La crisis del petróleo en 1973, desmejoró en los años siguientes la calidad de vida del mundo occidental. Muy lejos quedaron todos los excesos de los años sesenta, y se empezaron ahora a sentir las consecuencias de una época desenfrenada y consumista. La población tiene que adaptarse a una nueva vida más austera, con una conciencia de ahorro más desarrollada y con condiciones de trabajo cada vez más difíciles.

Al mismo tiempo que el mundo se adapta a una manera de vivir más responsable y consciente, la moda vestimentaria cambia drásticamente, dejando atrás el alegre y desenfadado colorido de los sesenta.

En la década de los setenta, se busca volver a darle un lugar en la moda a la mujer adulta joven, que había quedado totalmente desplazada como consecuencia del enfoque juvenil de los años anteriores. Con una visión más madura y elegante, el nuevo prototipo de mujer debía ser muy femenina, deportiva, elegante y sensible al lujo, pero de manera discreta. Era una mujer que se adaptaba a una realidad de un mundo en crisis y que sabía cómo administrar sus gastos.

Para esta época en la que el pantalón es ya una prenda de uso diario y frecuente, las mujeres optan por llevar calcetines altos, que más adelante se convertirán en minimedias, y bajo las faldas largas, se continúan llevando los pantys.

Aunque las alocadas medias de coloridos y fantasías se siguen comercializando, las mujeres prefieren volver a los tonos clásicos y lisos de siempre: beige, marrón, negro y azul marino.

También se hace un avance muy importante en la confección de los pantys: se agrega una pequeña pieza en la entrepierna, llamado rombo, que le da una mayor calidad y resistencia a la prenda.

La actriz Karen Black en un anuncio publicitario de pantys.

De los ochenta a la actualidad

La llegada de la década de los ochenta estabilizó el vestuario femenino en general: pantalones, faldas, vestidos, minifaldas y leotardos, las mujeres ya pueden utilizar la ropa que prefieran, según la ocasión. Lo mismo sucede con los pantys, que han conseguido un lugar estable en el atuendo de las mujeres en sus colores clásicos como el carne, marrón, negro y grises. Una moda que aún es recurrente y que tuvo su gran auge en esta época, fueron las medias de red combinadas con minifaldas, y los pantys negros opacos.

En estos años, y después de todas las modificaciones que han sufrido las medias en las últimas cuarenta décadas, la industria de este sector se enfoca en perfeccionar la tecnología para su producción.

Un importante avance que se generó en la década de los noventa fue el desarrollo de nuevas variantes en cuanto al brillo del tejido y su suavidad, y también se comercializan por primera vez los pantys con efectos moldeadores, reductores y de soporte.

Aunque a lo largo del tiempo han surgido diferentes modas, como los leotardos de colores combinados con calentadores en los años ochenta, o los leggins en los años noventa, ya no representarán una competencia para el panty clásico. Esta prenda, aún en el siglo XXI, sigue siendo un básico del vestuario femenino, que puede acoplarse a las diferentes modas, colores, fantasías o tendencias del momento.

Brooke Shields en leotardos y calcetines.

Marta Murado

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